Esta enfermedad se produce cuando el sistema inmunológico de nuestros perros reacciona de forma exagerada ante un alergeno. El problema de esta dolencia es que es muy difícil determinar la sustancia que provoca la dermatitis, puesto que puede ser alimenticia o ambiental, como los ácaros, el polen, los mohos, etc.
La edad más frecuente de aparición varía entre los seis meses y los siete años. Si aparece antes del primer año de vida, lo más frecuente es que se deba a una alergia alimenticia. Esta enfermedad está bastante extendida y también afecta a los gatos.
Predisposición a la enfermedad
En líneas generales, se calcula que el 10% de los perros sufre esta patología. Los últimos estudios hablan de la influencia de la genética a la hora de desarrollar la dermatitis. Es decir, si el padre y la madre la padecen, los hijos con toda seguridad también la tendrán.
Asimismo, existen ciertas razas caninas con mayor predisposición, tales como el Bóxer, el Bulldogs Francés, el Labrador, el Schnauzer Miniatura, el Pequinés, el Shar-Pei, el Pastor Alemán, etc.
Los síntomas más comunes
El primer síntoma que podemos detectar es el picor y el enrojecimiento en la piel de nuestra mascota. Esto da lugar al prurito, ampollas y granos en la piel, que pueden extenderse por diversas zonas como orejas, axilas, abdomen, entre los dedos, etc. Este molestia suele llevar consigo cuadros de alopecia auto inflingida, pelo seco y mate e inflamación e infecciones.
Los síntomas más graves, que en raras ocasiones se presentan, son el asma bronquial, los problemas de visión como las cataratas, y la alteración del tracto digestivo y urinario.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico más común es realizar test alergológicos para detectar de dónde proceden los agentes alérgicos. Gracias a esta prueba nuestro veterinario sabrá cuál es el causante del problema. Una vez detectada la sustancia podemos hablar de tres tipos de tratamientos.
El primero de ellos, trata de retirar el alérgeno del entorno del perro. Si no podemos evitar el contacto de nuestro animal con dicha sustancia lo mejor es recurrir a las vacunas, que ayudan a que nuestro animal se vuelva tolerante a ese componente. Este tratamiento suele funcionar con alérgenos ambientales como el polen o los ácaros.
Por último, nos quedaría la terapia farmacológica. Sólo recurriremos a esta alternativa si nos ha sido imposible encontrar la fuente de los brotes alérgicos. Los medicamentos más empleados son los antihistamínicos, antinflamatorios, los ácidos grasos esenciales y los glucorticoides. Con éstos últimos debemos ser muy cuidadosos porque tienen numerosos efectos secundarios adversos.
Un caso especial, la alergia alimenticia
Si el alergeno es alimenticio, lo normal es que las primeras reacciones se presenten durante la etapa de cachorro. Este tipo de alergia es más fácil de detectar y de controlar. Ante un brote de dermatitis atópica, la primera medida es someter al animal a una dieta hipoalergénica comercial, durante tres meses.
Si pasado este periodo sigue manifestando el problema, lo mejor es optar por una dieta casera para confirmar que el alergeno no sea un aditivo industrial. Lo normal es que en 15 días deje de rascarse, ese será el momento de ir retomando poco a poco su dieta habitual para detectar el componente alérgico.
Consejos para ayudar a nuestro perro
Esta enfermedad puede producir fuertes picores e importantes irritaciones en la piel. Para contrarrestar estas molestias, los veterinarios recomiendan baños frecuentes (una o dos veces por semana) con champú hidratante no agresivo, suplementos dietéticos con ácido linoleico, controlar la exposición a las pulgas y la ingesta de alimentos fuertes.
La dermatitis atópica se presenta en muchos perros y, al igual que en las personas. Las alergias no son curables, por lo que el control a la exposición de los alergenos debe ser muy estricto. La mejor medida es acudir al veterinario en cuanto notemos los primeros síntomas.
Puedes encontrar más información sobre perros en nuestra tienda online
Fuente: Facilisimo