Según los investigadores, cuando los perros se acercan y lamen o
acarician a alguien angustiado, no lo hacen en busca de recompensa, sino
que lo hacen como una forma de consuelo.
Los animales fueron enfrentados a personas que simulaban llorar,
emitir un zumbido extraño o conversar. La mayoría de los perros
participantes se acercó y tocó a los humanos que estaban llorando.
Al que hacía zumbidos se acercaron muchos menos, lo que demostraría
que la aproximación no es por curiosidad, sino por una empatía con la
persona que sufre. Ningún perro se interesó por las personas cuando
simulaban conversar.
Además, los perros se acercaron a quienes lloraban independiente de si se trataba de su dueño o una persona extraña.
Consultados los dueños de los 18 animales estudiados sobre cúan
receptivos habían sido éstos a las emociones humanas en el pasado,
resultó que un número importante había reaccionado a situaciones de
tristeza de su amo, a momentos en que éste había resultado herido
físicamente, a situaciones de angustia y de alegría del dueño.
Las pruebas no se hicieron en laboratorios, sino en el propio hogar
del animal. El dueño y la otra persona extraña estaban sentados, pero
separados por al menos dos metros, mientras que un tercer sujeto fuera
de la vista del animal registró las situaciones.
La domesticación es clave
Cada animal fue expuesto al siguiente escenario: el dueño
lloraba, el extraño lloraba, el dueño hacía el zumbido, el extraño
repetía el zumbido. Además, ambas personas interactuaban en los períodos
intermedios.
El estudio contrasta con otro realizado en 2006 en el que se simuló
un ataque cardíaco del dueño. Como el animal fue incapaz de buscar
ayuda, los autores concluyeron que los animales eran incapaces de
comprender la naturaleza de una emergencia o de buscar ayuda.
La zoopsiquiatra chilena Daniela Navarrete Talloni explica que los
perros han desarrollado la capacidad de descifrar el lenguaje no verbal
de los humanos gracias a los muchos años de domesticación y convivencia
estrecha. “Son capaces de entender signos y muecas, retos y cariños
solamente con mirar un poco a sus dueños… Entienden las sonrisas y las
lágrimas, y hacen lo posible por reconfortar en caso de ser necesario”,
comentó.
Esto se explica, dice la veterinaria, porque se trata de animales
gregarios que viven en jaurías y donde se necesita entender y empatizar
con los otros integrantes del grupo.
El caso de los gatos, sin embargo, es un poco distinto. “No es una
conducta habitual porque son animales de tipo solitario y más bien de
orden jerárquico territorial, pero han aprendido ciertas conductas de
empatía muy parecidas a las de los perros”.
Los canes del estudio
El estudio incluyó a nueve hembras y nueve machos de tamaño mediano (10 mestizos, tres labradores, dos golden retriever, un vizla, un pastor belga y un beagle), con un rango de edad entre ocho meses y 12 años.
Además, participaron sus 18 dueños (14 mujeres y 4 hombres), de entre
34 a 72 años, y uno de los investigadores, quien cumplió el rol del
extraño.
Fuente: N-Punto.com